Artículo aparecido en revista Time de Febrero 2009
La inspiración científica puede venir de cualquier lugar - una persona, un evento, incluso un mal experimento. Pero tal vez nada puede impulsar la innovación con más fuerza que la pasión que nace de la tragedia. O, en el caso de Douglas Melton, cerca de la tragedia. El co-director del Instituto para Células Madre de Harvard (HSCI) es una de las principales figuras en la búsqueda de curas para enfermedades actualmente incurables, y su avance de trabajo es un gran reto para muchas creencias acerca de la manera en que trabaja la biología y el desarrollo humano.
Pero fue una experiencia muy personal la que trajo a Melton a las Células Madre, una sobre la que 17 años más tarde, todavía le parece dificil hablar. Cuando su hijo Sam tenía 6 meses, él se enfermó con lo que creyeron sus padres era un simple resfrío. Cuando el pequeño despertó esa madrugada, tenía vómitos de proyectil y poco después comenzó a respirar con dificultad. Después de varias horas, el niño se comenzó a poner gris. Melton y su esposa Gail llevaron al bebé a una sala de urgencias. Durante el resto de aquella tarde, los doctores le realizaron pruebas sobre pruebas, tratando de entender que es lo que había pasado. "Fue un día horroroso", dice Melton.
No fue antes que una enfermera pensara en hacer un simple examen en la orina de de Sam para que finalmente consiguieran un diagnóstico. El cuerpo del muchacho fue inundado con el azúcar; él tenía diabetes del Tipo 1. Entonces, como ahora, la enfermedad no tenía ninguna cura. Los pacientes como Sam deben realizar en forma externa lo que sus páncreas no pueden por si mismos, guardando la pista de cuanta glucosa consumen y confiando en una bomba de insulina para cuando su subida de niveles es demasiado alta. El diagnóstico final no solo cambió la vida de Sam sino también la de sus padres y de su hermana Emma.
Durante toda la niñez de Sam, su madre Gail despertaría a ciertas horas durante la noche para comprobar su glicemia y lo alimentaría con azúcar si su concentración se cayera demasiado baja o agregarle insulina si fuera demasiado alta. "Pensé, Esta no es ninguna forma de vivir", dice Melton. " Decidí que no me íba a quedar sentado sin hacer nada. Decidí que yo iba a hacer algo."
Entrenado como un biólogo molecular en el desarrollo de anfibios, Melton comenzó el trabajo que realiza hoy en día: tratar de encontrar una manera de estimular a las células productoras de insulina mediante el uso de Células Madre. "Fue muy valiente su determinación ya que estaba en el pináculo de su carrera," dice Gail. "Él trajo a casa sus libros de texto sobre el páncreas para entenderlas de cabo a cabo." Casi dos décadas más tarde, Melton está convencido de que las Células Madre serán una parte fundamental de las nuevas terapias que tratan y, quizás, no sólo curar la diabetes, sino también a otras enfermedades para las cuales hoy no tenemos respuestas de sanación.
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