Bienvenidos a VidaCel - El Primer Banco de Células Madre de Chile

La espera de un hijo es un período de grandes ilusiones, esperanzas y decisiones. Hoy existe una decisión muy importante: la posibilidad única de conservar para tu hijo las Células Madre contenidas en el cordón umbilical en el parto.

Contáctanos a: mnunez@vidacel.cl ó al 7-7654241

Transplante de Médula Osea - Células madre para la enfermedad de Crohn

jueves, 19 de febrero de 2009 ·

El Hospital Clínic valora la eficacia de una nueva forma de abordar la patología

La terapia, que elimina las defensas del organismo, está destinada a un tipo de pacientes

Aunque ya hay datos de los resultados, el ensayo está en una etapa preliminar

Se trata de una terapia innovadora pero no exenta de riesgos. El Hospital Clínic de Barcelona participa en un ensayo internacional que pretende mostrar la eficacia del trasplante de médula ósea para frenar la enfermedad de Crohn en aquellos pacientes que no responden al tratamiento estándar y que no son candidatos a la cirugía. De momento son sólo siete personas las que han sido asignadas al nuevo tratamiento pero podrían ser más, y desde cualquier punto de España. Eso sí, los candidatos deberán ser seleccionados por un comité que decidirá si esta terapia es la mejor opción para ellos.

En nuestro intestino hay más bacterias que células en el cuerpo. Se denominan flora bacteriana y entre otras funciones favorecen la absorción de alimentos, nos protegen de agresiones internas... Es decir son 'amigas' del ser humano. Sin embargo, el sistema inmunológico de algunas personas reconoce a estas enterobacterias como patógenos y genera una reacción para combatirlas que provoca una inflamación continuada del intestino que termina dañándolo con úlceras y fístulas. Ese proceso patológico recibe el nombre de enfermedad de Crohn y afecta al 1% de los españoles. Se calcula que cada año se diagnostican alrededor de 2.000 casos nuevos.

Existen diferentes patologías que alteran el intestino como la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa o el colon irritable. Sin embargo, son trastornos diferentes. En el caso de las dos primeras, existe un componente inflamatorio que genera diferentes síntomas mientras que en el colon irritable no hay un proceso inflamatorio. La afectación que genera la colitis ulcerosa se centraliza en el intestino grueso mientras que en la enfermedad de Crohn cualquier zona del tubo digestivo, desde la boca hasta el ano, puede estar lesionada. Sus síntomas más frecuentes son dolor, diarrea, anorexia, fístulas perianales, etc.

Aunque existen tratamientos farmacológicos para tratar los síntomas de la enfermedad (cólicos, diarrea, dolor, etc), muchos pacientes necesitan pasar por quirófano cuando su intestino presenta un daño que les impide llevar una vida normal. Sin embargo, en algunos casos, la cirugía no es una solución bien porque el área afectada es excesiva y el paciente no podría vivir sin intestino delgado o porque la enfermedad haya afectado a otra zona del tubo digestivo, como el esófago. Es en ellos, un pequeño porcentaje de estos enfermos (2-3%), para los que el ensayo iniciado hace ahora un año en el centro catalán puede estar indicado ya que se trata de una terapia dura y no exenta de riesgos.

Roberto, Miquel o Montse (de 40, 36 y 22 años, respectivamente) son tres de los siete pacientes que han pasado o se someterán al tratamiento de trasplante de células madre de su propia médula. Aunque tan sólo ha transcurrido un mes para ella y poco más de tres o seis meses para ellos, su calidad de vida ha mejorado considerablemente. "Suelen ser pacientes jóvenes con dolor abdominal, diarrea, incontinencia fecal... que su máxima preocupación cuando salen de casa es encontrar un lavabo próximo. Tienen dificultad para las relaciones personales, les afecta profesionalmente, porque tienen muchas bajas, y también psicológicamente, muchos de ellos necesita terapia con psicólogos", explica la doctora Elena Ricart, del servicio de Gastroenterología del Hospital Clínic de Barcelona.

Un proceso en seis fases

De ahí que accedan a pasar por el trasplante de médula. Este tratamiento tiene seis fases. Dos de ellas consisten en la administración de quimioterapia, la primera etapa se trata de una dosis no muy alta indicada para reducir el número de leucocitos que produce el paciente. "Se trata de 'resetear' el sistema inmunológico para que deje de hacer lo que hacía mal y que empiece a producir células madre de la médula ósea a la sangre", explica Elena Ricart. Pasadas unas dos semanas, se procede a la filtración hematológica (áferesis) para extraer de entre todas las células sanguíneas sólo las células madre que serán conservadas en frío hasta que se puedan trasplantar.

La segunda quimioterapia está destinada a eliminar completamente los leucocitos del organismo y una vez limpio de estas células el paciente está listo para recibir, mediante una transfusión, sus propias células madre. "Con este paso, el sistema inmunológico queda restablecido, por lo que conseguimos frenar la enfermedad, aunque no curarla", insiste el doctor Enric Carreras, jefe del servicio de Hematología del centro catalán.

Este hematólogo señala algunos de los riesgos que implica este tratamiento. "Puede causar toxicidad sobre algún órgano, aunque los fármacos que se emplean son poco tóxicos. Pero lo más importante es la posible aparición de infecciones. Estos pacientes son una bomba, como no tienen neutrófilicos [se quedan sin defensas] y su intestino está 'agujereado', las bacterias de la flora intestinal pueden pasar a la sangre y hacer una sepsis. De todas formas esto lo intentamos evitar con profilaxis antibiótica y dando alimentación parenteral [por vía endovenosa]", explica Carreras.

Tanto este especialista como el resto del equipo insisten en que la terapia está indicada sólo para un tipo de pacientes, los que no responde a los tratamientos habituales. De momento, son sólo tres los pacientes que han terminado todo el proceso terapéutico y, aunque todavía es un poco pronto para sacar conclusiones, según la doctora Ricart "hay muchas señales que dicen que el tratamiento funciona, aunque claro tenemos que ver la evolución a largo plazo".

El ensayo en el que participa el Hospital Clínic se denomina ASTIC y en él participan también otros centros europeos y de Canadá. De momento se ha conseguido reclutar a 12 pacientes de los que siete son españoles. El objetivo es valorar dicha terapia en 48 personas con enfermedad de Crohn, por lo que el centro catalán podrá acoger a enfermos de cualquier otra Comunidad Autónoma que cumplan el perfil para el que está diseñado el estudio.

Fuente: elmundo.es

Células madre también para reconstruir el pecho

jueves, 5 de febrero de 2009 ·

Reconstruir la mama a partir de grasa de la propia paciente que se le extrae del abdomen, tratarla para separar las células madre y volver a inyectarla en el pecho dañado por un cáncer. Todo en cuatro o cinco horas y sin nuevas cicatrices. Cinco mujeres madrileñas han sido las primeras de España en someterse a esta intervención pionera, que ensaya el Gregorio Marañón junto con otros tres hospitales europeos, en Reino Unido, Italia y Bélgica.

La clave son las células madre mesenquimales, células adultas que tienen la capacidad de transformarse en diferentes tejidos del organismo. Si la técnica funciona -algo que podrá comprobarse dentro de un año-, querrá decir que esas células habrán generado vasos sanguíneos nuevos que permitan irrigar la zona afectada.

"Es el futuro. Creo que se podrá reconstruir una mama entera con grasa y células madre", aseguró ayer la jefa del servicio de cirugía plástica y reparadora del Gregorio Marañón, Rosa Pérez Cano, durante la presentación de la técnica. En una sola sesión de quirófano se extraen células madre de la grasa abdominal de la paciente y, tras refinarlas, se reinyectan en la mama, que había sido parcialmente extirpada para tratar el cáncer previo. Al ser grasa de la propia paciente, no hay rechazo. "En cuatro horas la paciente se va a su casa", afirmó Pérez Cano.

La idea, que se ha ensayado ya en animales de laboratorio (desde ratones a cerdos), es que esas células madre den origen, sobre todo, a los vasos sanguíneos que cualquier tejido necesita para sobrevivir, y también a adipocitos que hagan de relleno para el pecho. Así se evita uno de los inconvenientes de los autoimplantes de grasa, que es que ésta se reabsorbe.

Las mujeres candidatas han superado un tumor denominado T1 N0 M0. Esto quiere decir que se trata de cánceres muy pequeños en los que no había metástasis en los ganglios ni otros órganos. Las condiciones son muy restrictivas para asegurarse de que no se produce una de las complicaciones que más temen quienes ensayan con células madre. Éstas tienen una elevada capacidad para proliferar, por lo que se considera que están en el origen de los procesos cancerígenos.

"En este caso, las células madre se separan, pero no se estimulan. Además, habrá un seguimiento de ecografías de las mujeres en Lyon", apunta el cirujano plástico del Gregorio Marañón José María Lasso. Así se evita sobreexcitarlas y se espera que su regulación y control corra a cargo del propio organismo donde se implantan.

Fuente: elpais.com



Celulas Madre. Se abre la veda.

domingo, 1 de febrero de 2009 ·

Barack Obama acaba de levantar el veto a investigar con células madre. Resurge la carrera por la medicina regenerativa. Pero junto a la investigación puntera se dispara el ‘turismo celular’, los fraudes y los escándalos. Entramos en el laberinto.


En febrero de 2005, un matrimonio israelí acudió con su hijo al centro médico Sheba, dependiente de la Universidad de Tel Aviv en Israel. El chico, de 13 años, en silla de ruedas, sufría recurrentes dolores de cabeza y padecía una rara enfermedad congénita neurodegenerativa, la ataxia telangiectasia, que desgasta el cerebelo y produce una descoordinación de los movimientos. Los médicos le diagnosticaron un tumor benigno en el cerebro y la médula espinal. Un año después extrajeron la masa tumoral de la médula. Estupefactos, comprobaron que el cáncer se había originado a partir de las células fetales de al menos dos abortos, uno de ellos una niña. La ataxia suele matar antes de los 20 años, y los padres, desesperados, habían viajado incluso a Moscú en mayo de 2001 para someter al pequeño, que por entonces contaba nueve años, a un tratamiento experimental con células fetales. Albergaban la esperanza de que, una vez inyectadas en su cerebro, las células regenerasen algunas de las funciones cerebrales perdidas. Tras dos sesiones de inyecciones más, en 2002 y 2004, el resultado fue bien triste. Los doctores describieron el caso en la revista PLoS Medicine el pasado febrero: las células fetales se habían diseminado por el cerebro, creando más tumores. Se constató clínicamente que las células madre extrañas producen cáncer en humanos.

Estos tratamientos experimentales se caracterizan precisamente por su falta absoluta de control. En los últimos años han proliferado clínicas que ofrecen, mediante vigorosas campañas demarketing, el milagro de la medicina regenerativa. Este “turismo de células madre” viene atrayendo a enfermos desesperados a países como Rusia, China, Tailandia y otros lugares de Asia, pero ya alcanza al mundo más desarrollado: en Japón hay compañías que promocionan terapias celulares contra el mal de Alzheimer, la diabetes o las lesiones de médula espinal. En Colonia (Alemania), el centro XCell ofrece células curativas para males como la esclerosis lateral amiotrófica (la enfermedad paralizante que padece el popular físico Stephen Hawking) o la disfunción eréctil. Las ofertas abarcan incluso a desórdenes cromosómicos como el síndrome de Down. Muchas de estas compañías tratan a sus pacientes fuera de sus fronteras, en lugares cuya regulación es escasa o nula, después de haber transferido cantidades que en muchos casos comienzan a partir de 20.000 dólares.

Las técnicas de venta son muy hábiles. Bajo una apariencia respetable y médicos con un currículo de prestigio, las clínicas cuelgan en Internet los testimonios de los pacientes: las células funcionan. Cualquier mejoría es exagerada automáticamente. Y las terapias están a la última, pues son objeto activo de investigación. En ningún lado se habla de aprobación por parte de las autoridades sanitarias. Douglas Sipp, director de comunicación científica del Centro RIKEN para el Desarrollo Biológico en Japón, se ha hecho eco de este “turismo celular” en la revista Science. “Es un fenómeno reciente, aunque hay muchas clínicas rusas que han estado realizando estos tratamientos durante algún tiempo, de acuerdo con lo que explican sus páginas web”, comenta Sipp a El País Semanal en conversación telefónica desde Japón. “La excitación que produjo el descubrimiento de las células embrionarias humanas en 1998 ha derivado en que la gente hable de las potencialidades de estos tratamientos. Y algunas empresas no han esperado a que se realicen los ensayos clínicos para comercializar las células madre para tratar enfermedades en las que no hay evidencias de que funcionen”.

“La mayoría de las terapias basadas en células madre son procedimientos médicos experimentales, y los riesgos y beneficios resultan inciertos”, insiste por su parte el profesor Martin Pera, fundador del centro Eli y Edythe Broad para la Medicina Regenerativa e Investigación de Células Madre de la Universidad de Southern California (EE UU). Sin extensos estudios preclínicos de seguridad y eficacia detrás, cualquier terapia celular es una quimera. “Los pacientes deberían evitar las clínicas que no siguen estos criterios”, advierte este experto.

Pero el mensaje que escuchan estos enfermos es otro. Las bondades de las células madre, embrionarias o fetales, la promesa a la vuelta de la esquina para atajar enfermedades incurables, han tronado en las noticias de la televisión, artículos y noticias no bien contextualizados. Muchas veces se confunde presente con un futuro aún lejano. Douglas Sipp admite que parte de esta distorsión se ha amplificado por los medios, pero son éstos los que descubren el fraude. Las terapias de células fetales han alimentado un mercado de fetos humanos procedentes de Ucrania y vendidos para su comercialización en clínicas del Caribe como el Instituto de Medicina Regenerativa de Barbados, algo que fue desvelado por una investigación de la BBC, lo que desembocó en el cierre de esa clínica. El diario Los Angeles Times publicó en 2005 un reportaje de investigación de un hombre llamado Tom Hill que sufría de esclerosis lateral amiotrófica y que recurrió a una de estas empresas, Biomark International, para recibir un tratamiento de células fetales, atraído por la propaganda de la empresa. Hill acudió a Toronto en julio de 2003 para recibir una inyección de 1,5 millones de células, por las que envió previamente una transferencia de 10.000 dólares a un banco de Atlanta, esperando mejorías en unas ocho semanas. Murió ocho meses después. La Agencia Federal de Alimentación y Fármacos (FDA o Federal Drug Administration) intervino las cuentas bancarias de Biomark y la cerró. Más de 220 pacientes habían recibido inyecciones. “No dispongo de estadísticas, pero muchos de los sitios web de estas clínicas ahora aseguran que han tratado a varios centenares de pacientes al año, y en el caso de una web china, a varios miles”, indica Sipp. En su opinión, no resulta exagerado afirmar que cada año miles de pacientes se someten a estas terapias.

La venta de falsas promesas científicas ensombrece un campo de investigación cuya potencialidad médica es innegable. “Cuando piensas en las enfermedades por las que gente mayor enferma y muere, como las del corazón, las dolencias neurodegenerativas y varios tipos de cáncer, se trata de enfermedades en las que las células se están deteriorando”, ha indicado Jonathan Slack, director del Instituto de Células Madre de la Universidad de Minnesota, a la web de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAC). “En el caso del cáncer, se trata de una destrucción mecánica de los tejidos por los tumores. Así que, teóricamente, podrías curarlas si retiras las células dañadas y las reemplazas por las sanas”.

Es un largo camino que debe recorrer aún la ciencia médica. Dos acontecimientos recientes van a revitalizarlo. El presidente de EE UU, Barack Obama, firmó a principios de marzo una orden ejecutiva por la que levantaba las restricciones que pesaban sobre la investigación de células embrionarias humanas con fondos federales en EE UU. Y la FDA aprobaba a finales de enero el primer ensayo clínico con células embrionarias humanas mediante su inyección en la espina dorsal de diez personas con lesiones medulares no más antiguas de dos semanas. La empresa que lleva el tratamiento, Geron, había solicitado permiso a la FDA un año antes, pero le fue denegado por información insuficiente, a pesar de los miles de folios remitidos –cerca de 21.000–, las decenas de millones de dólares invertidos y los ensayos clínicos en los que ratas paralizadas volvían malamente a andar. Los vientos políticos en la primera superpotencia científica son favorables. “La prohibición ha sido levantada, pero no habrá fondos federales hasta que los institutos nacionales de la salud desarrollen asesoramiento ético para la investigación”, indica por correo electrónico a El País Semanal Mark Frankel, director del programa Scientific Freedom, Responsability & Law Program (Programa de Ley, Responsabilidad y Libertad Científica) de la AAAC. “En general, el público americano apoya la iniciativa de Obama”.

A pesar de ello, los científicos contienen ahora el aliento por si algo sale mal con este primer ensayo clínico en los lesionados medulares: células fuera de control, tumores indeseados… “Sería un desastre, una pesadilla, si nos encontramos con problemas así en este primer ensayo”, ha declarado el doctor John A. Kessler, director del Centro de Células Madre de la Universidad Northwestern, a The New York Times.

Las precauciones no son pocas. “Este ensayo empezará a finales de año, y en su primera fase se determinará la seguridad”, indica Martin Pera. Nadie cree seriamente que los pacientes paralizados salten de sus sillas de ruedas tras el tratamiento. Aunque, por si acaso, los más optimistas esperan con el rabillo del ojo algunas mejorías; las células inyectadas son las precursoras de los oligodendrocitos, que actúan como células de apoyo a las neuronas y que fabrican la mielina, una sustancia aislante que recubre las fibras nerviosas, esencial para que la señal se transmita de una neurona a otra. En los enfermos medulares, las señales se han interrumpido. Una ganancia leve en la movilidad, ayudada por la rehabilitación, sería un éxito. Si los datos ayudan, la compañía pedirá la aprobación para extender el ensayo a más enfermos con lesiones más severas y dosis más altas.

Quizá no ocurra nada. ¿Estaríamos frente a un fracaso? Sí y no. “Las células embrionarias humanas fueron identificadas hace unos diez años, y ahora se acaba de aprobar el primer ensayo clínico”, nos matiza James M. Wells, director del departamento de células pluripotentes de la Fundación para Investigación del Hospital para Niños de Cincinnati (EE UU) y uno de los más reputados investigadores en este campo. “Todavía no se ha determinado su seguridad en los humanos. Se han empleado de forma segura en animales usados como modelos de enfermedades, mientras que otros estudios han mostrado la formación de tumores benignos llamados teratomas”. Martin Pera admite: “Hay preocupaciones sobre la seguridad de los productos derivados de las células madre. Pero hay varias estrategias ya disponibles para prevenir la formación de tumores”.

En otras palabras, es aún muy pronto. La búsqueda de la célula perfecta, aquella capaz de transformarse en músculo, nervio, hueso, piel o en una fábrica de insulina, el Santo Grial de la Biología, terminó a finales del siglo pasado, cuando dos investigadores estadounidenses, John Gearhart y James Thompson, aislaron respectivamente células madre del tejido reproductivo de fetos humanos y aquellas procedentes de los propios embriones. Pero es una historia de apenas diez años. El fin del principio.

Hay un segundo ensayo clínico que espera también autorización, esta vez en el Reino Unido, para tratar una enfermedad del ojo llamada degeneración de la mácula, una dolencia que desemboca en la pérdida de visión en la parte central de la retina. Investigadores británicos esperan conseguir la aprobación de su Gobierno para ensayar entre 2010 y 2011 en enfermos un tratamiento a base de células del epitelio de la retina derivadas de células embrionarias.

También hay cierta confusión que conviene aclarar. Las células embrionarias exhiben la plasticidad necesaria para convertirse en cualquier tipo de tejido, requisito indispensable para que el embrión pueda crecer y desarrollarse. En contraposición, las células madre adultas, presentes, aunque en número escaso, en muchos tejidos humanos, sólo se especializan en formar el tejido al que pertenecen. El rechazo inmunológico ocurre si se trasplantan células madre adultas de un individuo a otro, y eso no excluye a las embrionarias o las que deriven de ellas. Es uno de los grandes escollos. Sin embargo, las células adultas sí curan. Actualmente se usan contra ciertos tipos de leucemia –trasplantes de médula ósea o inyecciones de células hematopoyéticas para reponer la sangre– y algunos tipos de anemias y desórdenes del sistema inmunológico. El pasado marzo, médicos españoles en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla anunciaron el éxito de un tratamiento llevado a cabo en Andrés, un niño de siete años que sufría una forma de anemia congénita. El muchacho recibió un trasplante de células madre adultas del cordón umbilical de su hermano –el cual había nacido libre de la enfermedad gracias a un diagnóstico genético previo– y vio restablecidos sus niveles de hemoglobina.

Pero el éxito de estas terapias hay que enmarcarlo en el tiempo desde que se produjo el hallazgo, recuerda James Wells. “Las células madre adultas de la sangre fueron identificadas hace 60 años, y es en las dos últimas décadas cuando los investigadores han averiguado la forma de usarlas para el tratamiento de las enfermedades de la sangre”. ¿Podemos esperar un milagro parecido con las células embrionarias? En su opinión, hay una lista corta de enfermedades que son candidatas a someterse a terapias con este tipo de células en el futuro, pero la espera puede ser larga: el párkinson, la diabetes, las dolencias cardiovasculares y la enfermedad crónica del hígado. “Para la mayoría de las enfermedades, las terapias basadas en células embrionarias humanas están aún en desarrollo anterior a la fase clínica, en la fase de laboratorio”, afirma Martin Pera.

Por otra parte, la orden ejecutiva de Obama levanta las restricciones del uso de fondos federales impuesta por el anterior presidente, George W. Bush, para la investigación de células madre embrionarias. En realidad, el asunto es un poco más complejo. En 2001, Bush sí permitió fondos limitados para investigar algunas líneas celulares que habían sido derivadas de embriones humanos, algo que fue prohibido por una ley de 1996, llamada Dickey-Wicker, que impedía usar los impuestos de los estadounidenses para crear y destruir embriones en busca de sus células madre. Sin embargo, la experimentación con embriones es legal en EE UU siempre que se haga con fondos privados (en España, la creación de embriones humanos exclusivamente con fines de investigación está prohibida por la ley de investigación biomédica de 2007, pero se permite la obtención de sus células para investigación siempre que los embriones no se hayan creado para este fin). Obama ha levantado el pie del freno, aunque el poder para anular la ley Dickey-Wicker no depende de él, sino del Congreso.

Hasta que eso no ocurra, si es que sucede, los investigadores no podrán crear sus propias líneas celulares embrionarias, aunque sí podrán acceder a centenares de estirpes celulares embrionarias que ya existen. Habrá más fondos públicos disponibles, en cualquier caso. “Creo que acelerará algunos proyectos y quitará un montón de burocracia para otros”, opina Jonathan Slack por correo electrónico. “Y va a mejorar la imagen internacional de la ciencia norteamericana más allá de sus fronteras”.

Durante este año, es probable que la controversia política acerca de los propios embriones y la posibilidad de ser usados como fuentes de células –previo consentimiento de los donantes– se acentúe por la iniciativa de Obama. Pero los últimos avances en ingeniería celular están dejando perplejos incluso a los más escépticos. Los investigadores han dado con un arma formidable, las llamadas células pluripotentes inducidas (en inglés, pluripotent stem cells o iPS): la técnica consiste en tomar células diferenciadas de una persona (la piel, por ejemplo) para reprogramarlas, mediante virus y otros procedimientos, y convertirlas en células con características de embrionarias. Ambas estirpes celulares “son idénticas en sus propiedades”, asegura Jonathan Slack. En lo que llevamos de 2009, los investigadores han logrado cultivar estirpes celulares embrionarias a partir de enfermos, y, en su opinión, este tipo de células constituyen el candidato ideal para estudiar las enfermedades y llevar a cabo las futuras terapias celulares. La técnica se está refinando hasta el punto de fabricar células embrionarias libres de los virus introducidos en ellas para reprogramarlas. Las células iPS ofrecen “ una técnica muy prometedora, ya que puede usarse para generar células madre específicas e idénticas del propio enfermo para una terapia”, asegura James Wells. “En el futuro, un paciente que padece la enfermedad de Parkinson acudirá a la clínica y se le practicará una biopsia de la piel. La clínica creará entonces células madre para transformarlas en nuevas neuronas para el enfermo”. En teoría.

Las células inducidas o iPS, al fabricarse del propio individuo, podrían salvar posturas irreconciliables, la de los partidarios y la de los detractores que niegan toda experimentación con células embrionarias humanas. Si el progreso no se detiene, es muy posible que estas células acaben con las trifulcas políticas entre grupos religiosos y conservadores y la izquierda. En el mejor de los casos, podrían convertirse en la fuente inagotable de células flexibles y maleables con la que sueña la medicina regenerativa, desplazando a las células genuinas procedentes de los embriones. “No está aún claro si estas células inducidas son equivalentes a las embrionarias a la hora de generar cualquier tipo de tejido o si pueden permanecer estables durante el cultivo in vitro”,indica Pera, “pero son una gran promesa, quizá la mejor manera de generar grandes bancos de células madre para minimizar el problema del rechazo después del trasplante”.

Fuente: elpais.com


Como la revolución en Células Madres pueden salvar su vida

·

Artículo aparecido en revista Time de Febrero 2009

La inspiración científica puede venir de cualquier lugar - una persona, un evento, incluso un mal experimento. Pero tal vez nada puede impulsar la innovación con más fuerza que la pasión que nace de la tragedia. O, en el caso de Douglas Melton, cerca de la tragedia. El co-director del Instituto para Células Madre de Harvard (HSCI) es una de las principales figuras en la búsqueda de curas para enfermedades actualmente incurables, y su avance de trabajo es un gran reto para muchas creencias acerca de la manera en que trabaja la biología y el desarrollo humano.

Pero fue una experiencia muy personal la que trajo a Melton a las Células Madre, una sobre la que 17 años más tarde, todavía le parece dificil hablar. Cuando su hijo Sam tenía 6 meses, él se enfermó con lo que creyeron sus padres era un simple resfrío. Cuando el pequeño despertó esa madrugada, tenía vómitos de proyectil y poco después comenzó a respirar con dificultad. Después de varias horas, el niño se comenzó a poner gris. Melton y su esposa Gail llevaron al bebé a una sala de urgencias. Durante el resto de aquella tarde, los doctores le realizaron pruebas sobre pruebas, tratando de entender que es lo que había pasado. "Fue un día horroroso", dice Melton.

No fue antes que una enfermera pensara en hacer un simple examen en la orina de de Sam para que finalmente consiguieran un diagnóstico. El cuerpo del muchacho fue inundado con el azúcar; él tenía diabetes del Tipo 1. Entonces, como ahora, la enfermedad no tenía ninguna cura. Los pacientes como Sam deben realizar en forma externa lo que sus páncreas no pueden por si mismos, guardando la pista de cuanta glucosa consumen y confiando en una bomba de insulina para cuando su subida de niveles es demasiado alta. El diagnóstico final no solo cambió la vida de Sam sino también la de sus padres y de su hermana Emma.

Durante toda la niñez de Sam, su madre Gail despertaría a ciertas horas durante la noche para comprobar su glicemia y lo alimentaría con azúcar si su concentración se cayera demasiado baja o agregarle insulina si fuera demasiado alta. "Pensé, Esta no es ninguna forma de vivir", dice Melton. " Decidí que no me íba a quedar sentado sin hacer nada. Decidí que yo iba a hacer algo."

Entrenado como un biólogo molecular en el desarrollo de anfibios, Melton comenzó el trabajo que realiza hoy en día: tratar de encontrar una manera de estimular a las células productoras de insulina mediante el uso de Células Madre. "Fue muy valiente su determinación ya que estaba en el pináculo de su carrera," dice Gail. "Él trajo a casa sus libros de texto sobre el páncreas para entenderlas de cabo a cabo." Casi dos décadas más tarde, Melton está convencido de que las Células Madre serán una parte fundamental de las nuevas terapias que tratan y, quizás, no sólo curar la diabetes, sino también a otras enfermedades para las cuales hoy no tenemos respuestas de sanación.


Leer artículo completo en ingles en Revista Time


Testimonio de transplante

Celulas Madre - Parte 1

Celulas Madre - Parte 2

Celulas Madre - Parte 3

Celulas Madre - Parte 4